Comentario
De acuerdo con los datos de las fuentes literarias y la arqueología, se pueden distinguir los siguientes: Sexi, que aparece en la obra de Hecateo de Mileto y de Estrabón y acuña moneda de tipo púnico en época romana, siendo su necrópolis de Almuñécar (Granada) del siglo VII a.C.; Carthago Nova, actual Cartagena, fundada en el año 226 a.C.; Baria, con su necrópolis en Villaricos (Almería) del siglo VI a.C. y la Necrópolis de Jardín (Málaga), también del siglo VI.
Ebusus ha sido investigada más a fondo y se han ido despejando una serie de incógnitas sobre ella. Según la teoría tradicional, los cartagineses fueron los primeros que a mediados del siglo VII a.C. establecieron en ella su primer enclave occidental. De acuerdo con los datos de las fuentes literarias (Diodoro, Estrabón, Mela y Plinio) y los trabajos arqueológicos de Tarradell, M J. Almagro y J. Román se puede proponer, como ha hecho Barceló, la existencia de dos fases de asentamiento distintas, un primer asentamiento fenicio y un asentamiento cartaginés del siglo siguiente, que dura hasta la Segunda Guerra Púnica.
En el estado actual de conocimientos no se puede hablar de una conquista por parte de Cartago de los territorios del sur peninsular, pues la finalidad esencial era, como ha visto González Wagner, establecer una demanda con el fin de obtener los minerales del sureste. Por ello, no se puede considerar como una relación de causa a efecto la presencia cartaginesa y el desmoronamiento de Tartessos, sino que éste está vinculado más bien con la fundación de Massalia y la desviación de la demanda del estaño atlántico. La presencia cartaginesa actuó como vitalizadora de las estructuras políticas, sociales y económicas, al igual que la anterior demanda fenicia sobre Tartessos. La presencia bárquida introdujo la economía monetaria, pero ningún proceso de aculturación al margen de la asimilación de determinados elementos culturales por parte de los autóctonos.
Para Bondi la penetración cartaginesa en la Península Ibérica tiene un desarrollo cronológico diferenciado respecto a las grandes islas itálicas. Sólo en la época bárquida se plantea en términos de hegemonía. Básicamente los cartagineses en época bárquida buscaban en la Península Ibérica el simple control de los recursos minerales y la formación de una base militar, al contrario de lo que sucede en Cerdeña, donde se produce la conquista militar con su correspondiente penetración territorial y, desde fines del siglo VI a. C., la explotación de los recursos locales y una importante actividad agrícola y minera, o en Sicilia, donde la presencia púnica está condicionada por la presencia colonial griega y su influencia cultural y económica, jugando un papel "bisagra" entre el helenismo de la isla y los aportes púnicos.
Como conclusión general debemos decir que todas las transformaciones que se observan con los fenómenos colonizadores fenicio-griego-púnico en las diferentes zonas de la Península Ibérica, sobre todo en aquellas que tuvieron un contacto más directo fundamentalmente por presencia de población colonizadora, van a propiciar una serie de procesos que influyen decisivamente en el desarrollo histórico posterior, a diferencia de lo que sucede en otras zonas que no tuvieron relación directa con el fenómeno colonizador.